El lagrimeo puede deberse a un exceso de producción de lágrima, o a una disminución en el drenaje de la misma.
Con mucha frecuencia existe una combinación de estos dos factores.
La producción de lágrima puede amentar por diversas causas:
- Presencia de basuras en el ojo
- Luces fuertes
- Contaminantes ambientales
- Mala posición de los párpados y las pestañas
- Radioterapia
- Alteraciones en la composición de la lágrima
- Contacto con sustancias nocivas para la superficie ocular, como jabón, shampoo, crema, maquillaje, etc.
- Quemaduras oculares por químicos
- Quemaduras oculares térmicas
- Quemaduras oculares solares
- Irritación por medicamentos
- Reacciones alérgicas
- Infecciones respiratorias
- Infecciones oculares, como blefaritis, conjuntivitis y queratitis
- Quimioterapia
El drenaje de la lágrima puede disminuir debido a:
- Obstrucción del punto lagrimal
- Obstrucción congénita o adquirida del conducto nasolagrimal
- Laxitud de los párpados por la edad
- Parálisis facial
- Cicatrización conjuntival por quemaduras, medicamentos o enfermedades inflamatorias como penfigoide ocular cicatrizal
- Tumores en el conducto nasolagrimal
- Piedras en el conducto nasolagrimal
Paradójicamente, el síndrome de ojo seco también puede causar lagrimeo. Cuando la lágrima no es adecuada o suficiente, la superficie del ojo se daña, y ese daño desencadena una mayor producción de lágrima.
En muchos casos, el lagrimeo aislado es benigno y pasajero. Sin embargo cuando el lagrimeo es persistente o se asocia a dolor, sensación de basura o disminución de visión, debes acudir de inmediato con el oftalmólogo.
De igual manera, cuando existe una mala posición de los párpados y pestañas, o cuando hay una obstrucción del conducto nasolagrimal, es necesario corregir con cirugía para evitar mayores daños.
Si tienes problemas de lagrimeo persistente, haz una cita de valoración.
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